A temperaturas tan bajas todo el cuerpo debe estar protegido
La hipotermia es el efecto más grave
Estados Unidos (NBG).- Hablar del efecto del frío es fácil con alguien acostumbrado a ir a
la montaña, como la directora del Instituto de Medicina de Montaña y del
Deporte, Anna Carceller.
Claro que todo depende de la protección que se
tenga. “A menos 30 grados, la temperatura a la que se ha llegado en
partes de EE UU, una persona mal preparada se congela en un minuto”,
afirma.
Y no hace falta que haga tanto frío. La sensación, y sus efectos, se
multiplica hasta 14 veces si hay humedad, y más de 30 si hay agua. El
viento tampoco ayuda, indica Carceller.
“El frío duele”.
La médica contesta a EL PAÍS justo después de bajar
del Pirineo oscense. “Siempre he ido muy protegida, pero una vez -y fue
culpa mía-, aunque llevaba guantes, no eran impermeables, y las manos
tardaron un par de semanas en recuperarse”.
Guantes, gorros, máscaras…
la protección es fundamental, insiste. “La ropa tiene que ser la
adecuada. Hay que llevar varias capas, tres o cuatro, más algo para
parar el viento”, dice.
Los efectos de no estar bien acondicionados son dos. “Uno, todo lo
expuesto se hiela. La nariz, las orejas, las manos, los pies son las
zonas más susceptibles de helarse.
El frío entra como agujas. Pero son
zonas periféricas y, si todo va muy mal, se soluciona cortando”, dice
con resignación.
En cambio, la hipotermia “supone un riesgo vital”. “El
cuerpo humano está a unos 37 grados. Cuando hace mucho frío no somos
capaces de generar el calor suficiente, y nos vamos enfriando”, explica
Carceller. Por debajo de los 35 grados aparece la hipotermia.
Los síntomas empiezan por temblores, tiritonas. “Los movimientos se
vuelven más lentos, se razona peor”, dice la experta. La pérdida de la
consciencia es paulatina. Las manos se entumecen.
“Uno no se da cuenta
de que se está muriendo. Por eso sa la muerte por congelación se le
llama la muerte dulce”. Pero el organismo tiene sus defensas. Cuando no
puede calentar todo el cuerpo, se concentra en el tronco, en los órganos
vitales. Por eso esa es la zona que hay que calentar preferentemente.
Otras medidas a tomar con comer adecuadamente (meter calorías),
hidratarse, no beber alcohol (que es un vaso dilatador y, por tanto,
ayuda a perder temperatura), no fumar (tiene un efecto similar en los
pulmones), y aislarse del suelo frío, indica Carceller.
Parece la guía
de lo que una persona con pocos recursos tiene más difícil hacer: buena
ropa, buenos alimentos, un buen entorno convenientemente aislado. “Por
eso los indigentes son los más perjudicados en las olas de frío”, afirma
la médica.
Pese a todo, Carceller afirma que ha visto casos sorprendentes. El
cuerpo humano tiene una extraordinaria capacidad de resistencia.
“Cuando
hace mucho frío, las funciones vitales se ralentizan”. Así, quien puede
parecer muerto por congelación a lo mejor revive al recuperar la
temperatura. Por eso “los médicos decimos que un muerto no lo está hasta
que vuelve a estar caliente”.
El Pais de España
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