El terremoto, de 8,3 grados en la escala Richter, según la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), se produjo a las 3:36 hora local (6:36 GMT) y recordó a los chilenos que viven en uno de los países más sísmicos del planeta.
El Gobierno de Chile declaró zona de catástrofe el territorio afectado, que abarca una larga franja de casi 1.000 kilómetros desde la región de Valparaíso hasta la de la Araucanía, y calificó el fenómeno de "cataclismo de dimensiones históricas".
"Desde el año 1960 (fecha del terremoto de Valdivia, el mayor de la historia) nunca habíamos tenido un terremoto así", dijo el ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, quien agregó que las autoridades esperan "tener un país más normalizado" en las próximas 48 ó 72 horas.
Durante toda la jornada se dejaron sentir réplicas, algunas de ellas de hasta de cuatro grados en la escala Richter, agravando así los numerosos daños, que incluyen puentes y pasarelas peatonales caídos, cientos de casas destruidas y barrios enteros anegados por olas gigantes en algunas ciudades costeras.
Las autoridades recomendaron a los chilenos no viajar, salvo por estricta necesidad, mientras que numerosas ciudades, incluida la capital, permanecen semiparalizadas.
En Santiago no funciona el ferrocarril subterráneo y el transporte de superficie es escaso, mientras que el aeropuerto internacional permanece cerrado debido a los daños en la torre de control, las terminales de pasajeros y las vías de acceso.
En cuanto a los damnificados, sólo en la región del Bío Bío, la más castigada por el sismo, los afectados ascienden a 400.000.
El terremoto también causó víctimas mortales en Argentina, donde dos personas murieron y otras dos resultaron heridas como consecuencia de un sismo de 6,1 grados en la escala de Richter que sacudió la provincia de Salta, en el norte del país.
La naturaleza ha puesto a puesto a prueba el espíritu solidario de los chilenos, liderados por su resuelta e incansable presidenta, quien a primera hora se desplazó en helicóptero a las zonas más afectadas.
Bachelet ordenó las primeras medidas de ayuda, llamó a sus compatriotas a la tranquilidad y agradeció con serenidad los mensajes solidarios recibidos de todo el mundo.
En tanto, el presidente electo de Chile, Sebastián Piñera, anunció que destinará el dos por ciento del presupuesto público para la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto.
"Comprometo la total ayuda y el compromiso del equipo del futuro gobierno con la presidenta Bachelet", dijo Piñera al tiempo que pidió a las actuales autoridades de emergencia que sigan colaborando después del traspaso presidencial, el próximo 11 de marzo.
La mandataria chilena no asistirá a la investidura como presidente de Uruguay de José Mujica y se suspendió el V Congreso Internacional de la Lengua anunció el canciller, Mariano Fernández.
Además, se mantiene la incógnita sobre la visita, el lunes, de la secretaria de Estado norteamericano, Hillary Clinton.
El ministro de Relaciones Exteriores agradeció la ayuda ofrecida por numerosos países, pero precisó que primero es necesario elaborar un catastro de los daños ocasionados por el terremoto.
Uno de los más problemáticos es el cierre del aeropuerto internacional Arturo Merino Benítez de Santiago, que mantendrá paralizado al menos dos o tres días el tráfico aéreo en el país y obliga a desviar los vuelos con destino a la capital chilena hacia las terminales de los países vecinos.
Fuentes de la Embajada de España informaron a Efe de que no les consta que alguno de los casi 50.000 ciudadanos de ese país residentes en Chile se encuentre entre las víctimas del terremoto.
Las localidades costeras y del interior de las ocho regiones afectadas permanecían hoy con las calles vacías y los comercios cerrados, mientras los vecinos hacían recuento de los daños.
Los servicios de limpieza se afanaban en retirar los escombros que cubrían las aceras, donde se amontonaban cristales y cornisas arrancados desde las fachadas de los edificios, en su mayoría de poca altura.
Durante toda la jornada se sucedieron mensajes de apoyo y muestras de solidaridad hacia los afectados procedentes de gobiernos y cancillerías de todo el mundo.
Pero junto a los gestos humanitarios, también se han dado algunos casos muy asilados de saqueos, rápidamente controlados por a policía, que sin embargo no pudo evitar que en Chillán, a 40 kilómetros al sur de Santiago, cerca de 300 presos se escaparan de la cárcel local. EFE
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