La corriente de agua, lodos y roca que bajo del Volcán de Agua, sepultó las casas en San Pedro las Huertas, Sacatepéquez.
La falta de visión provocó que Ciudad Vieja, ubicada en las faldas del Volcán de Agua, este inundada
Los Bomberos Municipales de La Antigua Guatemala, conitnuán evacuando a los enfermos de San Pedro las Huertas.
Guatemala, 2 de junio (NBG).- La falta de planificación territorial, el deterioro de los recursos naturales y la pobreza propician que el país sea cada vez más vulnerable, en ciclos que se han ido acortando desde el huracán Mitch, la tormenta Stan y ahora Ágatha.
José Miguel Leiva, coordinador del Mecanismo Mundial de Naciones Unidas contra la Desertificación, afirmó que Guatemala está en una ubicación intercontinental entre dos océanos, por lo cual está expuesta a fenómenos climáticos causantes de sequías, inundaciones, deslaves y derrumbes; procesos cíclicos cada vez más recurrentes.
“El país no hace esfuerzos reales para invertir en medidas de adaptación al cambio climático, no se ven inversiones fuertes en reforestación y conservación de suelos, a pesar de que cada año se pierden 149 millones de toneladas métricas de suelo cultivable”, expuso.
Además del acelerado ritmo de deforestación, otro factor que influye es el crecimiento exagerado de la población, la cual demanda más tierra cultivable y, ante las carencias, se ve obligada a destruir bosques.
“El problema es que no hay visión a corto, mediano y largo plazos, porque hay otros países donde llueve más que en Guatemala y no pasan los desastres que aquí se viven”, aseveró Leiva.
Refirió que esa falta de visión queda demostrada en hechos como la autorización de una lotificación en las faldas del Volcán de Agua (Ciudad Vieja), la cual ahora está inundada, o la extracción de arena en las montañas de Villa Nueva, que si hubiera llovido cinco días seguidos habría asolvado el río Villalobos.
Florentín Martínez, analista del Centro de Estudios Urbanos y Regionales de la Universidad de San Carlos, afirmó que el riesgo en el país está aumentando ante los fenómenos naturales, debido a la desigualdad social y el hecho de que el Estado no asume su responsabilidad frente a quienes tienen recursos escasos.
El analista subrayó que en situaciones como la originada por la recién pasada tormenta Ágatha se lleva a los damnificados a albergues, pero después no se efectúan inventarios reales de pérdidas o de familias afectadas, ni se diseñan programas para rehabilitar esas pequeñas economías dañadas.
Urgen acciones
Martínez hizo énfasis en que es necesario diseñar programas de prevención y contar con lugares para trasladar a grupos en riesgo, porque si eso no ocurre se permite el regreso de esas familias a áreas vulnerables.
“Mientras exista el déficit de más de un millón de viviendas, más el incremento de 30 mil hogares nuevos cada año, la vulnerabilidad seguirá imperando”, dijo.
Estuardo Velásquez, coordinador del Programa Regional de Reducción de la Vulnerabilidad y Degradación Ambiental, aseveró que la fragilidad ante los riesgos aumenta cada año, debido a que la población se está asentando en lugares peligrosos, como orillas de ríos y laderas de barrancos.
Sugirió que se apruebe una legislación adecuada, no solo para el ámbito nacional, sino también municipal, para efectuar un verdadero ordenamiento territorial, a fin de que se respeten los cauces de los ríos y no se desarrollen proyectos urbanísticos o de infraestructura en zonas de riesgo.
Aseguró que si no se toman medidas, los más pobres seguirán siendo los más afectados, porque los lugares seguros ya están ocupados.
José Miguel Leiva, coordinador del Mecanismo Mundial de Naciones Unidas contra la Desertificación, afirmó que Guatemala está en una ubicación intercontinental entre dos océanos, por lo cual está expuesta a fenómenos climáticos causantes de sequías, inundaciones, deslaves y derrumbes; procesos cíclicos cada vez más recurrentes.
“El país no hace esfuerzos reales para invertir en medidas de adaptación al cambio climático, no se ven inversiones fuertes en reforestación y conservación de suelos, a pesar de que cada año se pierden 149 millones de toneladas métricas de suelo cultivable”, expuso.
Además del acelerado ritmo de deforestación, otro factor que influye es el crecimiento exagerado de la población, la cual demanda más tierra cultivable y, ante las carencias, se ve obligada a destruir bosques.
“El problema es que no hay visión a corto, mediano y largo plazos, porque hay otros países donde llueve más que en Guatemala y no pasan los desastres que aquí se viven”, aseveró Leiva.
Refirió que esa falta de visión queda demostrada en hechos como la autorización de una lotificación en las faldas del Volcán de Agua (Ciudad Vieja), la cual ahora está inundada, o la extracción de arena en las montañas de Villa Nueva, que si hubiera llovido cinco días seguidos habría asolvado el río Villalobos.
Florentín Martínez, analista del Centro de Estudios Urbanos y Regionales de la Universidad de San Carlos, afirmó que el riesgo en el país está aumentando ante los fenómenos naturales, debido a la desigualdad social y el hecho de que el Estado no asume su responsabilidad frente a quienes tienen recursos escasos.
El analista subrayó que en situaciones como la originada por la recién pasada tormenta Ágatha se lleva a los damnificados a albergues, pero después no se efectúan inventarios reales de pérdidas o de familias afectadas, ni se diseñan programas para rehabilitar esas pequeñas economías dañadas.
Urgen acciones
Martínez hizo énfasis en que es necesario diseñar programas de prevención y contar con lugares para trasladar a grupos en riesgo, porque si eso no ocurre se permite el regreso de esas familias a áreas vulnerables.
“Mientras exista el déficit de más de un millón de viviendas, más el incremento de 30 mil hogares nuevos cada año, la vulnerabilidad seguirá imperando”, dijo.
Estuardo Velásquez, coordinador del Programa Regional de Reducción de la Vulnerabilidad y Degradación Ambiental, aseveró que la fragilidad ante los riesgos aumenta cada año, debido a que la población se está asentando en lugares peligrosos, como orillas de ríos y laderas de barrancos.
Sugirió que se apruebe una legislación adecuada, no solo para el ámbito nacional, sino también municipal, para efectuar un verdadero ordenamiento territorial, a fin de que se respeten los cauces de los ríos y no se desarrollen proyectos urbanísticos o de infraestructura en zonas de riesgo.
Aseguró que si no se toman medidas, los más pobres seguirán siendo los más afectados, porque los lugares seguros ya están ocupados.
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