miércoles, 22 de julio de 2009
El mejor bombero del mundo
Paul 'Red' Adair, bombero, nació el 18 de junio de 1915 en Houston (Texas), ciudad donde falleció el 7 de agosto de 2004.
Lo llamaban El superbombero y se jactaba hasta hace poco de haber hecho un pacto con el diablo: «Me ha dicho que cuando vaya con él me pondrá una sala con aire acondicionado, con tal de que no le apague todos los fuegos...». Red Adair murió anteayer a los 89 años, con su incombustible buen humor y con ese coraje a prueba de incendios que le persiguió hasta su lecho de muerte en un hospital de Houston, Texas, donde se extinguió como una llama por achaques de la edad.
Sus hazañas sirvieron en 1968 de inspiración para una película, The Hellfighters, en la que fue interpretado por el mismísimo John Wayne. Veintidós años después, tras las Guerra del Golfo, subió de nuevo al pabellón de héroes americanos tras apagar los 117 pozos petrolíferos que dejó ardiendo Sadam en Kuwait en el tiempo récord de nueve meses.
«Como todos los niños, papá soñó siempre con ser bombero», recordaba ayer su hija. «Sólo que él convirtió su sueño en un impulso que le arrastró durante toda su vida».
Paul Adair perteneció a la hermandad universal y anónima de los bomberos hasta 1959, cuando decidió crear su propia compañía, Red Adair, especializada en los incendios de pozos petrolíferos.«El orgullo profesional va por dentro», confesó en su día, «pero lo que más me satisface es que ninguno de mis empleados sufra heridas graves».
Para combatir los incendios, Adair se hizo experto en explosivos y elaboró su propia técnica para aplacar la voracidad del fuego con barro y con cemento.
«¿Miedo yo? En todo caso, respeto», reconoció cuando le propusieron enseñarle sus trucos a John Wayne, el único actor que brillaba a su imponente altura de casi dos metros: «Es uno de los mayores honores que le pueden caer a nadie: que El Duque interprete tu papel».
Con más de 2.000 incendios sofocados, tuvo la gran prueba de fuego de su vida en 1988, cuando le enviaron a sofocar el incendio en la plataforma Piper Alpha en el Mar del Norte, después de una explosión que se cobró 167 vidas.
Su reputación fue a más y en 1990, a punto de cumplir los 76 años, fue llamado por Bush padre para luchar contra la contaminación en el Golfo Pérsico. Su misión imposible fue apagar los 117 pozos de Kuwait que dejó ardiendo Sadam antes de su retirada. Adair se plantó allí con todo el equipo y culminó la faena en nueve meses (con el viento en contra de los expertos, que habían pronosticado que los pozos seguirían ardiendo entre tres y cinco años).
Ganadas ya todas las medallas, Red Adair se mantuvo hiperactivo hasta los 80 años. «¿Jubilarme yo?», dijo en una entrevista al Houston Chronicle. «Mientras un hombre sea capaz de sentirse bien con lo que hace, lo mejor es seguir en la brecha».
Revista El Mundo.
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