domingo, 14 de febrero de 2010

Héroes de cuatro patas; salvan vidas en desastres

Guatemala, 14 de febrero (NBG).- Para muchos pasó inadvertida la tarea titánica de los perros que salvaron vidas bajo los escombros dejados por el terremoto que asoló Haití el 12 de enero recién pasado. Lola y Samy son un ejemplo de estos incansables héroes de cuatro patas.
Lola, una labrador de cinco años, se convirtió en la estrella de la delegación de rescatistas de Argentina que viajó a Haití para buscar a sobrevivientes. Luego de haber rescatado a nueve haitianos, la perra volvió a su país y fue recibida como heroína.
“Ella sola pudo identificar a nueve personas con vida y seis cadáveres entre las ruinas de Puerto Príncipe”, explicó Cristian Kuperbank, de la organización K9 Creixell Ezeiza argentina, dedicada a la búsqueda y rescate en desastres naturales.
No es la primera vez que este animal tiene una actuación destacada en desastres. “Hemos rescatado víctimas luego de los terremotos de Perú, China y, el año recién pasado, después del alud que sepultó Tartagal, Argentina”, recordó Kuperbank.
Lola, entrenada para tareas de búsqueda en estructuras colapsadas, se convirtió en el principal soporte del trabajo en las ruinas del hotel Montana, ubicado en uno de los cerros que rodean la capital haitiana.
La perra ingresó un par de veces, y al llegar al fin del túnel comenzó a escarbar en forma agitada. “Esa es señal de que la persona buscada está viva; el ladrido, en cambio, es indicativo de persona muerta”, describió el especialista. Allí se pudo rescatar con vida a un extranjero.
Otro de los canes que salvó vidas y se ganó el cariño de haitianos y extranjeros fue Samy, de la misión de rescatistas españoles. Este comenzó a ladrar sobre un montón de escombros y en ese momento su guía supo que abajo había alguien y estaba vivo. Aunque su agilidad ya no es la de los buenos tiempos, la experiencia de este labrador de 11 años sirvió para hallar vida bajo las ruinas de lo que una vez fue Puerto Príncipe.
A lo largo de su trayectoria, Samy ha encontrado a nueve personas en catástrofes naturales de todo el mundo.
“Samy es un perro excepcional. En Haití se hirió una pata mientras buscaba entre los escombros de un edificio. Pero al terminar su turno, en lugar de meterse en su jaula a descansar, como siempre, se fue a hacerle compañía a un niño que estaba solo, sentado en la acera, mirando cómo trabajábamos”, comentó Ángel Pesquera, su guía.
Haití ha sido para Samy su última misión internacional. “Seguirá entrenando y colaborará, si algo pasa en España, pero no podrá hacer un viaje tan largo”, advirtió Pesquera.
Samy deja paso a las nuevas generaciones, pero solo los mejores podrán tomar el relevo, ya que su trabajo requiere entrenamiento exhaustivo y constante.
Yaco y Ares son otros perros que tienen bien aprendida la lección. Son dos de los 17 canes españoles que han trabajado en las tareas de rescate tras el sismo de Haití.
Adiestramiento
“Los perros viven en las casas de sus guías. Éstos los llevan a colegios y centros comerciales. Suben con ellos en escaleras mecánicas y hacen lo posible para que vivan todo tipo de experiencias”, explica Ángel Gutiérrez, coordinador del equipo canino del contingente español desplazado a Haití.
Cada rescate es fruto del trabajo en equipo, enfatiza Gutiérrez. Los primeros en entrar en un edificio derruido son los bomberos, que se ocupan de estudiar la estabilidad del terreno. A continuación llega el turno a los guías caninos. “Cuando un perro identifica a alguien bajo los escombros y empieza a ladrar, se hace salir a todo el grupo de la zona. Entra un segundo equipo de guías, y si otro perro ladra en el mismo lugar, ya no hay duda”, narra. Es hora de que los bomberos se pongan manos a la obra.
Los perros trabajan en turnos de media hora y descansan el doble de tiempo que ocupan en busca de víctimas en los desastres.
El entrenamiento de estos animales puede durar de seis meses a un año. Se preparan durante seis horas al día para una misión importante, salvar vidas, cuenta el teniente coronel Gerardo Parra, director del centro donde se adiestra a los canes destinados a las diferentes unidades del ejército español.
Sin embargo, no podrán dejar de trabajar nunca para ser “operativos al cien por cien”, agrega.
“El perro siempre está jugando a cazar”, señala Parra. “Su presa es un rodillo de felpa y sabe que cuando encuentra a alguien y le ladra, esa persona le va a dar su rodillo”.
El proceso es progresivo hasta que el perro aprende a asociar el olor humano con su premio. “Él no sabe que está salvando a alguien; lo único que quiere es su juguete”, asegura Parra.

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