miércoles, 14 de octubre de 2009

Periodismo de Terremoto



Cristina Galindo




 

Incluso para la joven jefa de informativos de Padang TV, un terremoto de 7,6 es la noticia de su vida. De esa magnitud fue el seísmo que el 30 de septiembre arrasó la costa oeste de Sumatra (Indonesia). "Aquí estamos acostumbrados a los terremotos pequeños, de grado tres o cuatro, pero nunca habíamos visto nada como esto", cuenta Vinna Melwanti, de 27 años. Y tan acostumbrados. Indonesia se asienta sobre el llamado anillo de fuego del Pacífico, una zona que sufre unos 7.000 temblores al año, la mayoría moderados.



Con tanta actividad sísmica, cubrir este tipo de sucesos es casi una especialidad en el periodismo de la zona, algo equiparable a la crónica de sucesos de nuestros diarios. Los reporteros de la televisión local de Padang, ciudad de 900.000 habitantes que se halla cerca del epicentro del terremoto y que ha quedado parcialmente destruida, dedican habitualmente muchos minutos en sus informativos a criticar al Gobierno cuando no cumple los programas de prevención de catástrofes anunciados. Los retrasos en la construcción de una calle para huir en caso de tsunami fueron denunciados en más de una ocasión en las noticias. "Explicamos a la gente cómo actuar en caso de emergencia", cuenta Vinna. Es decir: echarse al suelo, coger la salida más cercana y ¡salir corriendo!



"El reportero no se asusta"



"Y si se produce un seísmo, como habitualmente no es muy grave, el reportero lo cubre como si nada, no se asusta; es rutina", explica esta mujer bajita, menuda y morena, nacida en Yakarta, que trabaja 12 horas diarias, va a todas partes con su moto y no sabe lo que son las vacaciones desde hace dos años. "La gente de aquí sabe cómo sobrevivir... si el terremoto es moderado, claro", añade. Desde enero pasado, por ejemplo, habían sufrido unos siete, todos pequeños. El lunes por la tarde mismo hubo apenas perceptible. Los redactores de Padang TV salieron de su local, situado en un bajo abierto a la calle. Caminaron unos pocos metros por la acera. Se giraron. Vieron que nada se movía ya. Sonrieron. Y, en cinco segundos, volvieron dentro. Nadie se inmutó. Falsa alarma. El seísmo de la semana pasada superó, sin embargo, todas las expectativas. Se trata del mayor registrado en la historia de la ciudad. El más poderoso hasta la fecha sucedió en 2005. Hubo tres muertos. En éste, el balance provisional arroja más de mil.



"Cuando empezó el temblor, lo primero que hice fui huir; somos periodistas, pero tenemos la misma tentación de huir que cualquier otro. Crees que vas a morir, porque te das cuenta en seguida que éste es mayor que cualquier otro que hayas vivido. En pocos minutos todo pasó y en una hora volvimos al trabajo. Mandamos varios equipos a hospitales, zonas afectadas, lugares oficiales", explica Vinna. Desde ese día no han parado.



Maximizar recursos



Los teóricos de las llamadas sinergias empresariales y, en especial, los que propugnan la integración de las redacciones periodísticas deberían pasarse por el local de este canal para ver un caso claro de cómo aprovechar recursos. Desde el terremoto, que dejó inutilizable temporalmente la redacción de la televisión, están instalados en unos 100 metros cuadrados alrededor de 90 periodistas. El plató está en la terraza que da a la calle. Y no sólo están ellos. Ese espacio lo comparten con los periodistas de otras tres medios: Padang Express, un diario; Posmetro Padang, un periódico especializado en sucesos y juicios, y Padangtoday.com, un diario de Internet. Todos forman parte, junto a Padang TV, de un grupo de comunicación local.



La televisión local ha dado una amplia cobertura, casi las 24 horas, de los devastadores efectos del terremoto. Y en la pantalla se han podido las imágenes más crudas, aunque Vinna asegura que no muestran cadáveres de niños. En el plató, abierto a la calle, se mezclaban estos días el ruido ensordecedor del generador de luz y la música que suena constantemente en la televisión.



En ese ambiente, Vinna es la jefa de decenas de hombres, la mayoría mayores en dad que ella, lo que no deja de causarle algún que otro encontronazo. "En Indonesia los hombres tienen el poder. Aquí todos tienen un gran ego. Piensan que las mujeres tenemos que quedarnos en casa, en la cocina. Cuando empecé a ascender, tuve algunos problemas con algunos chicos que no confían en una mujer líder", explica la periodista con un poso de feminismo tranquilo, sin afectación, más propio del budismo que del Islam.



La vida de Vinna ha sido dura estos días. No sólo por las horas de trabajo y de estrés (por menos de 300 euros al mes), sino también porque, al llegar a casa, estuvo varios días sin electricidad. Ahora vive con su madre y su sobrina, que residen en Yakarta, pero se trasladaron a Padang para el ramadán. Por la noche llega a casa no antes de las diez, traqueteando en su moto entre las ruinas y esquivando cascotes. No hay cena en el plato. Los terremotos al menos sirven para guardar la dieta.



El País

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