Tú que me conoces, Señor, y que conoces la sinceridad de este ideal que en mi alma palpita. Tú sabes que en todos mis actos no me ha guiado jamás otro interés que el cumplimiento de ése código de abnegación y de sacrificio que es mi honor y es mi orgullo. Tú que nunca has permitido que mi voluntad desmaye ante una vida qué rescatar o un peligro qué vencer. Tú que me has visto responder con prontitud al llamado del deber y que has visto mi alma implorante a tus pies cuando parecía vacilar ante una humana flaqueza.
Permite Tú, Señor, que tu amor que da poder a mi brazo y fortaleza a mi espíritu, nunca me falte.
Dispón Tú, que tu divina luz guíe mis pasos cuando el peligro me aceche o mis fuerzas se agoten.
Ordena Tú, que cuando esté ya cumplida la misión de paz y de servicio que por tu voluntad me he impuesto y que justifica mi vida, los míos no queden desamparados.
Haz Tú, que el recuerdo y el ejemplo de aquellos que cayeron en el cumplimiento del deber nunca se extinga.
Haz Tú, que el recuerdo y el ejemplo de aquellos que cayeron en el cumplimiento del deber nunca se extinga.
Pero sobre todo ello, Señor, te pido que este ideal que me anima sea simiente generosa que encuentre campo propicio en el corazón de las futuras generaciones, para gloria de nuestra patria y honra de nuestra institución.
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