miércoles, 15 de julio de 2009

Elizabeth Ruiz, primera liniera electricista: una historia para inspirarse



Elizabeth trabaja junto a su esposo. Anhela que su historia inspire a otras mujeres a romper los esquemas tradicionales de los roles sociales de la mujer.

Redacción

Guatemala, 15 de Julio (NBG).- Hace cuatro años, mientras estudiaba Ciencias de la Comunicación, Elizabeth Ruiz se miraba en el futuro como una ejecutiva de cuentas en alguna agencia publicitaria o de relaciones públicas, haciendo periodismo en algún medio y a lo más, dirigiendo su propia empresa. Todo en ámbitos circunscritos en una oficina.

Después de un tiempo, Elizabeth se graduó de su carrera, pero lejos de combinar un saco con pantalones lisos, maquillajes frescos, carteras y estar detrás de un escritorio, optó por los pantalones de lona, las camisas y las botas; cambió los bolígrafos y libretas; el bolso y los accesorios de cosmética por guantes, casco, desarmadores y alicates. Además es bombero voluntario en una compañía de la capital.

Todo empezó cuando Elizabeth asistía aún a la universidad. En ese tiempo pasaba la mayor parte del día en casa, “lo que no iba del todo con ella”, confiesa. Antes que eso, prefería acompañar a Douglas Morales, su esposo, quien desde hace 19 años es contratista de una firma que provee servicios a la Empresa Eléctrica de Guatemala.

Prestaba atención a la ocupación de él y conforme pasó el tiempo se involucró más activamente. Pasó un año y en ese tiempo había aprendido a realizar las tareas de su compañero, quien a la vez le confió sus conocimientos. Todos los ámbitos en que se movían eran controlados por hombres.

El trabajo consiste en atender fallas que afectan el sistema de abastecimiento energético para los departamentos de Guatemala, Sacatepéquez y Escuintla, que como ella reconoce, es una labor que requiere precisión, concentración y fuerza, pues bien podría tratarse de revisar un contador como de reparar líneas de transmisión de alta tensión.

La novedad, una mujer

Por regla, las unidades de atención de las emergencias están conformadas en pareja. Un día, el compañero de Douglas se retiró. Elizabeth tuvo las puertas abiertas ante sí. Su esposo abogó por ella ante los contratistas y la Empresa Eléctrica, que aprobaron sin contratiempos su incursión a un mundo hasta entonces reservado sólo para hombres.

El único requisito que debía llenar era respaldar su práctica de campo con constancias de conocimiento teórico. “Un hombre puede entrar de ayudante de la unidad, aunque no sepa nada de electricidad, pero yo era la novedad, y por ser un trabajo de mucho esfuerzo y riesgo, priorizaron mi seguridad y me enviaron a capacitación”, recuerda.

Elizabeth tomó por su cuenta, cursos en el Instituto Técnico de Capacitación y Productividad (Intecap), de electricidad básica y acometida eléctrica, así como de electricidad residencial, seguridad industrial, primeros auxilios y atención de averías, por parte de la Empresa Eléctrica y la compañía contratista.

Hace alrededor de tres años trabaja junto a su esposo, y en ese tiempo le ha ayudado a reparar desde daños que han dejado sin luz a un solo hogar como a los que han dejado sin servicio a poblaciones completas. A sus 28 años de edad, es la primera liniera centroamericana, como se les denomina a los del gremio al que pertenece.

Gajes del oficio

“Una vez estábamos reparando un puente primario en una línea de transmisión en la ruta al Atlántico; cuando es así utilizamos tierra de protección. Después de que nos fuimos hubo una nueva falla, por lo que tuvimos que regresar.

Como en la primera vez pusimos tierra, trabajamos con las manos, pero al hacer el puente automáticamente llegó la luz sin que lo supiéramos, del otro lado habían pasado la electricidad”.
Tomado del Diario de Centroamérica.

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