martes, 6 de diciembre de 2011

BOMBEROS EN PREVENCION POR QUEMA DEL DIABLO

Guatemala (NBG).- Los cuerpos de bomberos se encuentran en estado de alerta por la tradicional quema del diablo quienes una vez mas le piden a la ciudadania tomar las medidas de prevencion del caso para evitar tragedias y niños quemados.
Es una tradición propia de nuestro país, que data desde hace varios siglos, y el protagonista es el Diablo. Familias enteras, amigos y vecinos encienden fogatas, queman basura y piñatas en busca de la purifi cación.
Simboliza la batalla entre el bien y el mal, una disputa que gana el bien cuando Satanás arde, se consume y queda reducido a cenizas.
Cada año, miles de personas religiosas, especialmente católicas, realizan un rito con el que pretenden alejar toda impureza espiritual al encender fogatas con desechos y figuras de Lucifer.
Los “fogarones”, como suelen llamar a las fogatas, se encienden a las seis de la tarde del 7 de diciembre. Tienen su origen en la víspera de la celebración a la Virgen de la Inmaculada Concepción.
Esta celebración se practica desde el siglo XVI, antes de la fiesta de la Navidad. “El fuego simboliza la luz de la Virgen y su victoria sobre el demonio”, dice el historiador Celso Lara Figueroa.
Durante las primeras procesiones en Antigua Guatemala, Sacatepéquez, se celebraban las “luminarias” la noche previa al Día de la Santísima Virgen de Concepción. El ritual consistía en alumbrar el paso procesional con antorchas.
Con los terremotos de 1773 y el traslado de la   ciudad al Valle de la Ermita (su actual ubicación), los vecinos sacaban a la Virgen y hacían fogatas para alejar a los malos espíritus, explica el historiador Héctor Gaitán.
“Todos participamos; nadie quiere quedarse con el demonio en casa. Antes, cuando era niño, hasta se barría la casa y se rociaba agua bendita”, dice Miguel Santos, un anciano que vive en la zona 3 de la capital.
Desde 1990 se ha popularizado la quema de “diablitos” de papel rojo, armados sobre estructuras de alambre, a semejanza de las piñatas de las fiestas de cumpleaños.
 Marco González los fabrica con papel de China en   el mercado Colón. “Es mejor quemar estos, porque los niños no corren tantos riesgos y no se contamina tanto el ambiente como con la basura”, indica.

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