domingo, 21 de junio de 2009

PRENSA LIBRE

EDITORIAL

Mezcla letal que enluta al mundo

Los cuerpos de socorro reportan 35 mil 857 accidentes de tránsito en el 2008, en las principales rutas del país, con cauda de dos mil 500 muertos, 25 mil 400 heridos y 20 mil 810 atropellados. La cifra real, por supuesto, podría ser mayor, por el subregistro que siempre es relevante en este tipo de incidentes.

Solo esta semana se produjeron dos accidentes brutales en rutas hacia el norte del país, en los que murieron al menos siete personas, con lo que aumenta el recuento de invaluables vidas que se pierden, pero además se producen daños a terceros y quedan secuelas entre heridos y lesionados. Directa e indirectamente muchas familias quedan desintegradas ante la muerte de alguno de los padres, y el futuro de muchos niños queda truncado ante la pérdida del sostén familiar. A todo ello hay que sumar que casi la mitad de las víctimas son peatones y ciclistas.

Viene al caso ese recuento porque es oportuno enfatizar en que la mortandad por accidentes de tránsito no es un problema exclusivo de Guatemala, y según la Organización Mundial de la Salud, en un informe dado a conocer el recién pasado lunes, las colisiones vehiculares constituyen la principal causa de defunción en el mundo, entre los jóvenes de 10 a 24 años, y anualmente mueren por ese motivo un millón 200 mil personas en todo el planeta, cifra que se queda corta si se compara con al menos 20 millones que quedan heridos o con serias lesiones.

Ciertamente, la vida es algo que no se puede cuantificar monetariamente, pero los estudios sí resaltan que los accidentes de tránsito generan, a nivel mundial, pérdidas por unos US$518 mil millones, una cantidad que engloba mucho más que el presupuesto de gastos de las naciones centroamericanas juntas.

Ante la frecuencia con que se dan los accidentes, y sobre todo, por la elevada cantidad de víctimas, es que se insiste en la necesidad de que las autoridades cumplan mejor con sus obligaciones, pues mientras las acciones preventivas y punitivas no mejoren, el drama persistirá. A ello obedece que los expertos se cuestionen sobre llamar accidentes a estos percances, porque se considera que son evitables y predecibles, y casi siempre un factor determinante es la imprudencia, a lo que se suman, en no pocas ocasiones, el alcohol, las drogas y la inexperiencia al volante, una mezcla letal.

Guatemala tiene un largo trecho por recorrer, principalmente por parte de las autoridades que deben cumplir mejor con su misión de vigilancia, pero a la vez con la rectificación de normativas que hagan más efectivos los controles, lo cual no tiene nada que ver con el aprovechamiento de situaciones casuísticas de tránsito que en no pocas ocasiones sirven para llenar las arcas municipales y no para educar al conductor.

En las sociedades en desarrollo, la tendencia apunta a mejorar la prevención y la legislación, porque de persistir la tendencia, para el 2030 podrían ser dos millones 400 mil las víctimas por percances viales, algo que convertiría este tipo de siniestros en la quinta causa de muerte en el mundo.

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